Recientemente participe en un webinar donde uno de los exponentes confidenció: “nos solicitaron un taller para un equipo de personas y nuestro Diseñador Instruccional  no se encontraba disponible para preparar el curso, el cliente necesitaba la actividad “para ayer”, frustrados y a punto de desistir, alguien propuso “…y si le preguntamos al Chat GPT?”; lo que pareció una broma resultó en la solución a nuestro problema y luego de un par de horas de ajustes a lo arrojado por el Chat GPT, luego de nuestra consulta, pudimos culminar el diseño. Felices transmitimos nuestra experiencia al Diseñador Instruccional, quien luego de una breve pausa y con cara de mucha preocupación nos comentó “…y que va a pasar con mi pega?”.

 

La Inteligencia Artificial (IA) está llevando la tecnología a un nuevo nivel, reduciendo el tiempo de desarrollo de aplicaciones y brindando capacidades poderosas a usuarios no técnicos. El Chat GPT a cinco días de su lanzamiento, recibió más de un millón de usuarios que iniciaron sesión en la plataforma para experimentarlo por sí mismos, hoy los servidores apenas pueden satisfacer la demanda, mostrando regularmente un mensaje que los usuarios deben regresar más tarde cuando se libere su capacidad.

Productos como ChatGPT están llevando la tecnología a reinos que alguna vez se pensó que estaban reservados solo para humanos. Hoy por hoy, se puede decir que las computadoras pueden exhibir creatividad. Pueden producir contenido original en respuesta a consultas, basándose en los datos que han absorbido y las interacciones con los usuarios. Pueden desarrollar blogs, esbozar diseños de paquetes o incluso teorizar sobre el motivo de un error de producción. Todo, a través de modelos a gran escala entrenados en conjuntos de datos masivos, amplios y no estructurados (como texto e imágenes) que cubren muchos temas. Los desarrolladores pueden adaptar los modelos para una amplia gama de casos de uso, con pocos ajustes necesarios para cada tarea. ¡Una maravilla!, sin embargo y como con cada nueva tecnología, los líderes empresariales deben proceder con los ojos bien abiertos, porque la tecnología actual presenta muchos desafíos éticos y prácticos.

Hace más de una década, McKinsey escribió un artículo en el que se clasificaba la actividad económica en tres grupos (producción, transacciones e interacciones) y se examinó hasta qué punto la tecnología había incursionado en cada uno. Las máquinas y las tecnologías de fábrica transformaron la producción al aumentar y automatizar el trabajo humano durante la Revolución Industrial hace más de 100 años, y la IA ha aumentado aún más la eficiencia en la planta de fabricación. Las transacciones han pasado por muchas iteraciones tecnológicas durante aproximadamente el mismo período de tiempo, incluida la digitalización más reciente y, con frecuencia, la automatización.

Hasta hace poco, el trabajo de interacción, como el servicio al cliente o la gestión de personas, ha experimentado las intervenciones tecnológicas menos maduras. La IA está configurada para cambiar eso al emprender el trabajo de interacción de una manera que se aproxima mucho al comportamiento humano y, en algunos casos, de manera imperceptible. Eso no quiere decir que estas herramientas estén diseñadas para funcionar sin el aporte y la intervención humana. En muchos casos, son más poderosos en combinación con los humanos, aumentando sus capacidades y permitiéndoles hacer el trabajo más rápido y mejor.

La IA generativa también está impulsando la tecnología hacia un ámbito que se cree exclusivo de la mente humana: la creatividad. La tecnología aprovecha sus entradas (los datos que ha ingerido y un mensaje de usuario) y experiencias (interacciones con usuarios que lo ayudan a “aprender” nueva información y lo que es correcto/incorrecto) para generar contenido completamente nuevo. Si bien los debates en la mesa de la cena continuarán en el futuro previsible sobre si esto realmente equivale a la creatividad, la mayoría probablemente estaría de acuerdo en que estas herramientas pueden desencadenar más creatividad en el mundo al incitar a los humanos con ideas iniciales.

Estos modelos se encuentran en los primeros días de escalado, pero hemos comenzado a ver el primer lote de aplicaciones en todas las funciones, incluidas las siguientes:

Marketing y ventas: creación de contenido personalizado de marketing, redes sociales y ventas técnicas (incluidos texto, imágenes y video); crear asistentes alineados con negocios específicos, como el comercio minorista.

Operaciones: generación de listas de tareas para la ejecución eficiente de una actividad determinada.

Riesgo y legal: responder preguntas complejas, extraer grandes cantidades de documentación legal y redactar y revisar informes anuales.

I+D: acelerar el descubrimiento de fármacos a través de una mejor comprensión de las enfermedades y el descubrimiento de estructuras químicas.

Personas: Análisis cualitativos de Estudios de Opinión, generación de planes de acción en procesos de Gestión de Desempeño.

Una consideración más que relevante: los impresionantes resultados de la IA pueden hacer que parezca lista para usar, pero ese no es el caso. Se requiere que los ejecutivos procedan con mucha cautela. Aún se están resolviendo problemas no menores, y quedan abiertas muchas cuestiones prácticas y éticas: al igual que los humanos, la IA puede equivocarse; los filtros aún no son lo suficientemente efectivos para detectar contenido inapropiado; la presencia de sesgos sistémicos aún debe abordarse; las normas y valores individuales de la empresa no se reflejan; las cuestiones de propiedad intelectual están sujetas a debate…y otros temas.

 

 

Basado en artículo de McKinsey

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